San Jorge: MegaloMartir
SAN JORGE: Fue un valiente caballero, martirizado probablemente en Lydda, Israel. Si la historia es parca en datos biográficos, la leyenda ha “completado” su figura. Venerado desde el siglo IV, diversos países y lugares lo han elegido como patrón: Grecia, Inglaterra, Portugal, Lituania, Génova... La vida de San Jorge se popularizó en Europa durante la Edad Media, en el siglo XIII, su devoción entró en Catalunya y Aragón, que también lo escogió como patrono.
Este nombre suscita sentimientos entrañables y también testimonio de santidad, protección e intercesión. San Jorge encarna no solamente valores patrióticos, culturales, literarios y caballerescos, sino también y sobre todo, valores profundamente cristianos.
En efecto: ¿de dónde había de sacar san Jorge la valentía para luchar contra el dragón y liberar a la princesa? De su unión y comunión con Jesús que lo alimentó con la savia de la propia vida: «Yo soy la vid; vosotros los sarmientos» (Jn 15,5). ¿De dónde obtuvo la fuerza para ser fiel y soportar el martirio? Del Señor, que dijo: «Separados de mí no podéis hacer nada» (Jn 15,5).
Los cristianos estamos llamados a injertarnos en Jesús y vivir en comunión de vida con Él y con todos los demás. Así, a través nuestro, todos los otros sarmientos, incluso los que quizá viven poco o muy separados de la verdadera Vid, tendrán un cierto lazo de unión con Cristo.
La jornada de san Jorge nos invita a estar muy unidos con Jesús para recibir su vida, y con los demás, para hacerlos partícipes de esa vida.[1]
La vida cristiana es una experiencia personal, un encuentro transformador con Aquel que nos ama y que nos quiere salvar. También el anuncio cristiano se propaga gracias a personas que, enamoradas de Cristo,-como Jorge- no pueden dejar de transmitir la alegría de ser amadas y salvadas.[2]